Cómo reducir la ingesta de azúcar en la dieta de los niños

Los azúcares, presentes de forma natural en muchos alimentos, son necesarios para los niños, ya que aportan energía y favorecen el desarrollo de las funciones cognitivas. El problema es que, en la alimentación actual, nos encontramos con muchos alimentos procesados que contienen un alto índice de azúcares añadidos, definidos como aquellos que se adicionan en los procesos de elaboración y preparación culinariay aportan calorías sin nutrientes. Unos productos que, consumidos en exceso, pueden provocar problemas de obesidad infantil, entidad claramente en ascenso en las últimas décadas, y agravados por la pandemia del Covid19. Por este motivo, desde la Sociedad Valenciana de Pediatría (SVP) recomendamos a las familias tomar mayor conciencia del consumo de azúcares que realizan los niños y reducirlo poco a poco para generar hábitos más saludables de alimentación. En este post explicamos cómo.

Como punto de partida, debemos tener en cuenta que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) aconsejan un consumo de azúcares simples inferior al 10% del valor calórico total de la dieta, y preferiblemente por debajo del 5%. Por el contrario, según un estudio presentado en 2017 por la Fundación Española de Nutrición (FEN) la ingesta de azúcares añadidos supone el 52% del total de calorías en los niños de 9 a 12 años, un porcentaje que se eleva hasta el 56% en los adolescentes de 13 a 17 años. Este exceso de azúcares procede principalmente de chocolate, bebidas azucaradas, productos de panadería y repostería, zumos envasados y cereales de desayuno. Ante estas cifras, los pediatras proponemos enseñar a los niños y adolescentes a seguir las siguientes pautas de alimentación en su día a día:

  • Reducir drásticamente el consumo de bollería industrial, snack y gominolas, fuente de un alto volumen de azúcares refinados. Se trata de productos que no aportan nutrientes beneficiosos y no quitan el hambre. En relación con este tipo de productos, debemos intentar que no sean un premio para los niños. Los pueden relacionar con los fines de semana o con un día especial, pero no con una recompensa, ya que de esta forma será más complicado que comprendan que no son beneficiosos para su salud.
  • Optar por alimentos menos o nada procesados ricos en nutrientes. En este listado podemos incluir los alimentos proteicos (carne, pescado, huevos, legumbres…) y las verduras. También es positivo incluir en la dieta de los niños el consumo habitual de pan, pasta y arroz, de preferencia integrales.
  • No sustituir la fruta por otros postres, lácteos azucarados o snacks. Deben consumirse 2-3 piezas de fruta al día, cuanto más variadas mejor. Es preferible consumir la fruta entera. Pueden utilizarse trucos culinarios para favorecer su ingesta: en trocitos con yogur, macedonias… Los zumos son menos recomendables; en caso de ofrecerse, siempre naturales caseros, no envasados tipo industrial, y nunca más de medio vaso en niños pequeños o un vaso en niños mayores o adolescentes al día. Además, para evitar que se aburran siempre del mismo tipo de fruta, podemos ir variando según la estacionalidad. Un buen consejo es ofrecer frutas de todos los colores.

Junto con estas recomendaciones, recordamos que que, aunque no hay evidencias claras al respecto, por precaución, no es aconsejable el consumo de edulcorantes artificiales en la alimentación de los niños. Si se indican en determinados casos como sustitutivos del azúcar, su ingesta debe ser reducida. En caso de tener dudas, es preferible consultar con el pediatra qué tipos de productos son recomendados para cada edad.

Ideas para un desayuno más saludable

El desayuno es una de las comidas más polémicas en cuanto a consumo de azúcar, ya que muchos niños toman galletas, bollería o cereales azucarados de forma diaria, ya sea en casa o en el recreo del colegio. Un desayuno saludable puede contener lácteos, fruta y pan con aceite, tomate, etc. Cuando hablamos de lácteo apuntamos mayoritariamente a leche o yogures naturales no azucarados, evitando los batidos, natillas u otros derivados lácteos que contienen más azúcar y más grasas saturadas. Lo mismo ocurre con el cacao en polvo, que puede llegar a contener hasta un 85% de azúcar. En caso de utilizar cacao, se recomienda que sea en concentración de 70-100%. De forma progresiva se puede ir enseñando a los niños a tomar un desayuno diferente.

Nos debemos fijar en la información contenida en las etiquetas nutricionales de los alimentos. Aunque pueden parecer incomprensibles al principio, un truco es fijarnos en la relación existente entre el resto de componentes y el azúcar para así valorar si tiene mucha o poca. Por otro lado, etiquetas o mensajes de “bajo en azúcares” o “bajo en grasas” pueden generar confusión al no conocer el estándar con el que se está comparando.

Al mismo tiempo, los pediatras consideramos que es esencial implementar programas de concienciación sobre alimentación saludable en colegios e institutos para generar nuevos hábitos nutricionales en niños y adolescente. Si desde pequeños interiorizan la importancia de una alimentación rica en fruta, verdura y alimentos poco procesados será más sencillo disminuir las tasas de obesidad infantil y adulta y las posibles complicaciones derivadas de esta, como la diabetes o la hipertensión.

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