El verano es, para los más pequeños, época de diversión y ocio, una vez finalizado el curso escolar. Es uno de los períodos del año preferidos por los niños, pero no está exento de riesgos para la salud que debemos conocer. Hay algunas enfermedades cuya incidencia se incrementa en los meses de canícula. Estas patologías están relacionadas, habitualmente, con el aumento de las actividades al aire libre, la subida de las temperaturas o diferentes hábitos de alimentación respecto al resto del año.
Desde la Sociedad Valenciana de Pediatría os contamos, a continuación, cuáles son las enfermedades infantiles más prevalentes en los meses de verano y cómo prevenirlas.
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Conjuntivitis
El riesgo de conjuntivitis en niños aumenta mucho en verano como consecuencia de la exposición de los ojos al agua del mar y de las piscinas, así como la sal o la arena de la playa, del mismo modo que pueden estar causadas por los gérmenes que provocan conjuntivitis infecciosas.
En la conjuntivitis observaremos que la zona blanca del ojo se enrojece, y la primera medida para aliviar la molestia es aplicar compresas o gasas de agua fría o suero fisiológico. Si los síntomas persisten y no desaparecen de forma natural, será necesario acudir a un pediatra.
Para prevenir la conjuntivitis en verano hay que mantener una buena higiene de manos, no compartir toallas y proteger los ojos con gafas homologadas. Es muy importante no usar lentillas durante el baño.
Picaduras de insectos
Otra consecuencia indeseada de las actividades al aire libre son las picaduras de insectos. Las más frecuentes son las picaduras de mosquitos, arañas, abejas o avispas.
Habitualmente, estas picaduras producen solo molestias en la piel como picor o hinchazón. No obstante, en casos puntuales, los niños pueden tener una reacción alérgica a la picadura, en especial de abejas o avispas, por lo que es conveniente detectar los síntomas y, en caso de reacción grave, acudir al centro de salud más cercano para que puedan valorar la situación, indicar el tratamiento más adecuado y evitar los riesgos.
Por otra parte, en la playa, son frecuentes las picaduras de medusas, sobre todo en aguas cálidas como las del Mediterráneo. Tampoco suelen ser lesiones graves, pero si que ocasionan enrojecimiento, escozor y dolor. En todos estos casos, el tratamiento más habitual es limpiar la zona afectada, con suero fisiológico y aplicar un paño frío para calmar la hinchazón. Puede administrarse analgésicos para el dolor y antihistamínicos para disminuir el picor.
Otitis
La otitis es otra de las patologías más comunes en verano en niños. Suelen padecer otitis los niños que pasan mucho tiempo en el agua o que tienen una sudoración excesiva, lo que origina un aumento de humedad que favorece la proliferación de gérmenes en el oído.
Se trata de infecciones del conducto auditivo externo que requieren de un diagnóstico y tratamiento por parte de un pediatra.
Es importante señalar que, una vez que el niño ha manifestado los primeros síntomas, debe evitar introducir la cabeza en el agua y administrar antiinflamatorio para calmar el dolor y disminuir la inflamación.
Golpes de calor
Los golpes de calor, propios de las altas temperaturas de la canícula, afectan sobre todo a personas de mayor edad y a niños. En muchas ocasiones estos episodios van acompañados de deshidratación, con consecuencias muy graves.
La somnolencia, mareos, dificultad para orinar, irritabilidad, piel seca y desorientación son síntomas que advierten de un golpe de calor y deshidratación.
Para prevenirlos, la primera medida debe ser evitar la exposición prolongada al sol en las horas centrales del día, beber abundante agua de forma frecuente y mantener una alimentación sana, equilibrada y ligera.
Alergias alimentarias
Los niños alérgicos deben extremar las precauciones en los meses de verano. Se trata de una época en la que se suele comer mas fuera de casa y del entorno habitual, y en la que se relajan los hábitos alimenticios. Unido a ello, hay que mencionar la frecuencia de las intoxicaciones alimentarias, producidas por una inadecuada conservación de los productos y la ruptura de la cadena del frío. Huevos, salsas, mayonesas, carnes, pescados… son alimentos cuya ingesta hay que vigilar particularmente.
Quemaduras solares
La prolongada e inadecuada exposición a los rayos del sol causa numerosos casos de quemaduras en niños. El uso de fotoprotectores, así como de ropa protectora es obligatoria para prevenir estos peligrosos episodios. Además, en niños menores de tres años hay que intentar evitar la exposición directa a los rayos del sol.
Si a pesar de las precauciones, el niño se quema, lo más conveniente es bañar al menor con agua tibia para calmar el dolor, utilizar cremas y lociones hidratantes sin alcohol ni medicamentos, evitar la exposición solar y beber abundante agua, ya que pueden provocar deshidratación.
No obstante, si el niño presenta ampollas, dolor intenso o fiebre, lo que traduce un mayor daño, hay que acudir al pediatra para que indique el tratamiento más adecuado. Además, en el caso de que las quemaduras solares se hayan producido en menores de dos años hay que acudir lo antes posible a un profesional sanitario.