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Formas de motivar a los niños para ir al colegio

La vuelta al colegio, los nuevos horarios, las actividades extraescolares pueden provocar en algunos niños y niñas una apatía y desánimo que les impide disfrutar y relacionarse con su entorno de una forma acorde a su edad. Por ejemplo, madrugar para acudir a clase, los deberes después del colegio, conocer a nuevos compañeros o explorar actividades extraescolares desconocidas son algunas de las situaciones en las que los menores pueden no sentirse cómodos y no encuentran atractivo en realizarlas.

En este sentido, es muy importante desarrollar el método adecuado para que los niños y niñas, con sus particularidades personales, afronten su día a día de una forma activa y positiva para que puedan crecer, aprender y desarrollarse en todos los ámbitos de la vida y en el sistema educativo.

Es por ello que la motivación es uno de los aspectos fundamentales para realizar y disfrutar de cualquier actividad: desde leer un libro, hasta hacer las tareas extraescolares, practicar deporte o aprender un segundo idioma. Desde la Sociedad Valenciana de Pediatría (SVP) te ofrecemos algunos consejos para motivar a los niños a acudir al colegio.

Ambiente positivo

La creación de un ambiente propicio y adecuado en el hogar, con el núcleo familiar más cercano, puede suponer la diferencia entre motivar de forma positiva o una frustración. Con una adecuada motivación, los menores se esforzarán más, estarán más atentos a todos los estímulos y afrontarán las dificultades de su día a día de una forma más proactiva.

Para ello es fundamental la realización de actividades entre progenitores e hijos, como leer juntos, jugar juntos o explorar el entorno. El menor adquiere así más lenguaje, desarrolla sus habilidades sociales y mejora su capacidad de comprensión y expresión. Unas herramientas fundamentales que mejorarán su adaptación en el entorno escolar.

La importancia de la comunicación

Aunque el ritmo de vida actual de muchos padres y madres hace muy difícil compatibilizar la vida laboral y familiar, para los niños es fundamental que los progenitores muestren un gran interés en su día a día, especialmente en las tareas escolares. La implicación de los padres y todo el núcleo familiar es fundamental para fomentar el aprendizaje, motivar, solucionar los conflictos y afrontar los problemas que puedan existir.

Por ejemplo, mostrarle atención, priorizar su comunicación cuando expresa los conocimientos que ha adquirido en la escuela e indagar con preguntas acorde a la temática de aprendizaje, en todas las edades, es una buena estrategia para potenciar que continúe de forma positiva con la formación. Una tarea de la que deben formar parte todos los individuos de la familia implicados en la educación de los menores, desde padres, madres, hermanos y abuelos.

Límites, objetivos y expectativas

Otro de los aspectos muy a tener en cuenta a la hora de motivar a los menores es la fijación de unos objetivos que deban alcanzar. Hay que tener en cuenta que los niños son conscientes en todo momento de la percepción que tienen sus padres de ellos por lo que su comportamiento en muchas ocasiones responde a las expectativas que los padres tienen de ellos.

Es muy importante fijar unos límites y objetivos a cada niño en particular ya que sus capacidades y peculiaridades son propias de cada menor. Con ello, evitaremos la desmotivación y la frustración. Por ejemplo, en el ámbito de los estudios, es fundamental prestar atención a qué asignaturas o campos de estudio le interesan, en qué sobresale más y en cuáles tiene dificultades.

Identificación de aspectos importantes

Gracias a ello, pueden fijarse unos objetivos para motivar y potenciar el estudio o el aprendizaje en aquellas materias que más lo necesite. Además, hay que mantener una conversación para que el niño comprenda la manera en la que se van a abordar las tareas lectivas. Esta situación debe ser aún más constante a medida que el menor va creciendo y va cumpliendo etapas en el sistema educativo, cuando los estudios se van especializando.

En este aspecto, es muy importante que sea el propio niño o niña quien comience a establecerse sus propias metas para conseguir unos objetivos y estar motivado. Una buena medida para ello puede ser escribir unas notas en puntos visibles de la casa para que el niño recuerde sus objetivos y esté motivado.

No obstante, estas metas han de ser concretas y específicas y se han de trabajar de manera constante y diaria, pero sin saturar. Por ejemplo, dedicar unos 20 o 30 minutos en casa a potenciar y recordar los conocimientos de las asignaturas en las que más dificultades presenta el menor es una buena metodología. Así, con estas objetivos medibles, concretas y cuantificables, los niños pueden observar su evolución y ser conscientes de la consecución de objetivos.

Tiempo de ocio

Otro de los aspectos a tener en cuenta es que el menor debe tener tiempo suficiente para jugar, crear y aprender en otras tareas que no sean puramente lectivas. Esto le ayudará a despejarse, a adquirir otros conocimientos más pragmáticos y poder implementar el aprendizaje que haya aprendido en la escuela. Por ejemplo, en el momento en el que aprenden las plantas o los animales, un paseo por el bosque o el campo, puede ser una buena opción para que el menor identifique las partes de un árbol o los animales.

Además, se disfruta de un agradable tiempo en familia. Una actividad extraescolar que hay que incluir en su tiempo de ocio es la práctica deportiva. Están demostrados sus efectos beneficiosos ya que mejora la capacidad de atención y la memoria, favorece la adquisición de hábitos de vida saludables y ayuda a establecer relaciones sociales sanas con sus semejantes.

Implicación de los padres

Además de todas estas medidas, los progenitores deben tener un contacto directo y fluido con el tutor o tutora del menor, así como con cualquier otro profesional que esté implicado en su formación, como los monitores de las actividades extraescolares. La implicación de los padres es fundamental para identificar los aspectos en los que el niño destaca, el ambiente en el que se comporta de forma positiva o los entornos en los que el menor encuentra más dificultades para poder motivar de forma correcta. Una vez localizadas las fortalezas, los problemas o conflictos que puedan parecer, se pueden adoptar las medidas adecuadas para potenciar las debilidades del menor, incluso con un profesional sanitario si fuera necesario.

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