El 85% de las muertes por ahogamientos en niños podría evitarse con un adecuado vallado de las piscinas y con enseñarles a nadar lo más pronto posible. Así lo advierte la Sociedad Valenciana de Pediatría (SVP), que recuerda que estos accidentes aumentan en verano y que la ausencia de vallas en las piscinas incrementa el riesgo de 3 a 5 veces. Además, el mayor número de fallecimientos de este tipo se producen en los primeros seis meses de vida, tras el primer contacto con el agua. Para evitar estos accidentes, los pediatras aconsejan vigilar siempre a los menores durante el baño este verano, aprender reanimación cardiopulmonar y primeros auxilios y respetar las normas de seguridad, entre otras.
Ahogamientos en España
Las lesiones por sumersión son la segunda causa de muerte accidental en niños. Cada año mueren en España entre 50 y 170 niños en estas circunstancias, sobre todo en los meses de verano. En 2017 fallecieron ahogados en España 32 menores, la mayoría chicos y por falta de vigilancia, según datos de la Asociación Española de Técnicos en Socorrismo Acuático. Más de la mitad ocurrieron en piscinas y el 15% en la playa. El Informe Nacional de Ahogamientos de Menores (2013-2017) refleja que la Comunidad Valenciana se encuentra entre las tres comunidades más afectadas, con 21 muertes durante ese período. Tres de cada cuatro casos tienen lugar en piscinas domésticas no vigiladas y playas y el perfil del niño se corresponde con la edad de 2-4 años por un descuido en la vigilancia del adulto.
Los menores de cinco años son los más susceptibles debido sobre todo a una inadecuada vigilancia. Según datos de la SVP, el 77% de los niños son perdidos de vista en sólo 5 minutos o menos antes de encontrarlos flotando o sumergidos en el agua. A partir de los 13 años los accidentes se vinculan a actividades de recreo y se asocian con lesiones traumáticas como las de médula espinal, o aneurismas carotideos disecantes traumáticos, entre otros.
Otros factores que pueden aumentar de forma significativa el riesgo de que los niños se ahoguen son no saber nadar o sobrestimar la capacidad natatoria, afición a comportamientos de riesgo o alteraciones del comportamiento, así como enfermedades concomitantes como la epilepsia. Para evitarlos, los adultos no deben perder de vista a los niños, siempre deben estar al alcance de su mano para poder evitar caídas, aunque apenas haya agua. Además, en la medida de lo posible deberán enseñarles a nadar cuanto antes para que aprendan habilidades de supervivencia. Se deberán evitar los flotadores hinchables y procurar vallar de forma completa las piscinas, en caso de que sean privadas, y colocar señales de alarma. Además, habrá que evitar las carreras, las zambullidas, bañarse en zonas no vigiladas, y tirarse de cabeza, entre otras. Por otro lado, han de cumplirse las indicaciones de bandera roja en playas, así como otras normas de seguridad que contemplen las instalaciones.
Prevención de ahogamientos
Además, es importante tener unos mínimos conocimientos de primeros auxilios y reanimación cardiopulmonar (RCP), pues pueden mejorar el pronóstico de las víctimas de ahogamiento. Una vez sacado al niño del agua (si está inconsciente, hacer la RCP en el agua empeora el pronóstico en un factor de 3) y garantizada la seguridad de los reanimadores, tan pronto como sea posible se debe evaluar la necesidad de practicar RCP. La prioridad es la ventilación por lo que se debe abrir la vía aérea y, si no respira, dar 5 insuflaciones de rescate. Si no responde a las ventilaciones de rescate, deben iniciarse las compresiones torácicas de masaje cardiaco externo. Las maniobras posturales tipo Heimlich para extraer agua de los pulmones son totalmente inefectivas y no deben retrasar la aplicación de las ventilaciones de rescate. Además, si aparecen arritmias deben tratarse de forma adecuada.
En colaboración con el doctor Vicent Modesto i Alapont, jefe clínico de la UCI Pediátrica del Hospital Universitario y Politécnico la Fe de Valencia y miembro de la SVP .