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Golpe de calor en niños: causas, consejos y tratamientos

Las altas temperaturas y el intenso calor pueden provocar enfermedades o cuadros graves en las personas más vulnerables como son los niños. De hecho, los golpes de calor durante las primeras etapas de la vida son más frecuentes que en edades adultas. Por ello, desde la Sociedad Valenciana de Pediatría (SVP) se dan las claves para identificar un golpe de calor en los más pequeños y las medidas más adecuadas para evitar este tipo de problemas de salud que pueden llegar a ser peligrosos.

Causas del golpe de calor

En el periodo estival, no solo aumenta el tiempo que pasamos al aire libre, también se incrementan las horas de luz y las temperaturas son mucho más altas. Estas circunstancias pueden provocar que ante un tiempo de exposición al sol y al calor excesivo se produzcan golpes de calor en los más pequeños.
Estos golpes de calor se producen cuando el sistema de regulación térmica del cuerpo se altera como consecuencia de una pérdida excesiva de sales minerales y agua causado, en general, por un exceso de temperatura o por una falta de hidratación.

Síntomas de un golpe de calor en menores

Suelen ocurrir en días de intenso calor, soleados, aunque, según las particularidades de cada cuadro, también pueden ocurrir en días nublados e incluso en ambientes sombreados.

Para identificar si el menor está sufriendo un golpe de calor hay que prestar mucha atención a su comportamiento y sintomatología ya que es frecuente que en estos casos los niños se muestren incómodos e irritables, tengan la piel con erupciones causadas por el sudor en la zona del pecho, cuello y axilas, se sientan cansados y muy débiles, estén deshidratados e incluso tengan calambres, mareos, vómitos o dolor de cabeza. En los casos más graves, se puede sufrir desmayos o pérdida de consciencia.

Consejos para evitar y tratar los golpes de calor en la infancia

En el caso de que el niño presente varios de estos síntomas lo primero de todo es hidratar sobre todo con agua, aunque también puede servir algún tipo de suero para que recupere líquidos y sales minerales y evitar así una mayor deshidratación.

Además, es conveniente trasladarle a una zona sombría y fresca, por ejemplo establecimientos con aire acondicionado y quitarle o aflojarle la ropa que le oprima y quitarle la que no necesite. Si existe la posibilidad, en ocasiones también es aconsejable tomar una ducha de agua fresca para combatir el calor pero nunca a temperatura helada ya que la disminución súbita de la temperatura corporal podría ser perjudicial para su salud.

Si a pesar de estas medidas, el menor no se encuentra mejor o los síntomas empeoran con desmayos o pérdida de consciencia, es fundamental recurrir a un profesional sanitario para que trate el cuadro de la forma más adecuada.

Formas de prevenir los golpes de calor

Debido a la gravedad que se puede derivar de los golpes de calor en niños, es necesario que se tomen una serie de precauciones para evitarlo, especialmente durante el verano.

La primera medida es mantener una constante y frecuente hidratación a base de agua, fruta y zumos naturales. No se recomienda beber bebidas azucaradas. Por otro lado, para favorecer la digestión es conveniente que los niños mantengan una dieta sana, equilibrada y ligera con comidas frescas y fruta, o a temperatura ambiente como pueden ser las ensaladas o las verduras.

Otra de las maneras de reducir las posibilidades de sufrir estos golpes de calor es refugiarse del sol, especialmente en las horas centrales del día, y mantenerse en lugares ventilados en los que el ambiente sea más fresco.

En cuanto a la actividad física, durante el verano, los niños se suelen mostrar más activos y realizar más deportes o juegos por lo que en los días de intenso calor es conveniente recurrir a actividades más relajadas para evitar un incremento de la temperatura corporal. Asimismo, hay que recordar que en este periodo del año es aconsejable vestir con ropa ligera y de colores claros. Además, es necesario protegerse la cabeza con una gorra y aplicar protección solar siempre que los niños estén expuestos al sol.

Por último, y muy importante, bajo ningún concepto hay que dejar a los niños en el coche, ya sea al sol o a la sombra, ya que los vehículos durante el verano pueden alcanzar en su interior temperaturas altísimas que dañen de forma muy grave e incluso irreversible la salud de los más pequeños.

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