El alcohol, el tabaco, el cannabis y la cocaína son las drogas más usadas por los jóvenes de entre 14-18 años, según el último informe del Instituto Nacional de Estadística. La edad a la que estos comienzan a consumir sustancias ilegales ronda los 15 años, y se adelanta hasta los 14 en el caso del tabaco y el alcohol. Por eso, es importante que padres y educadores presten especial atención a los posibles cambios que pueda presentar el adolescente e informarle acerca de los peligros de las drogas.
Según la misma encuesta, los jóvenes no tienen una percepción real del daño que puede ocasionar el consumo de drogas. Sin embargo, esto contradice los avances científicos, que evidencian lo perjudicial de estas sustancias para el organismo. De hecho, se ha demostrado que hay una relación directa entre su consumo y diferentes afecciones, y mucho más en un momento de crecimiento y maduración física y psicológica de especial vulnerabilidad como es la adolescencia, según la Asociación Española de Pediatría (AEP).
Todas las drogas son adictivas, por lo que la prevención es el mejor camino para que los jóvenes no comiencen su consumo. Desde la Sociedad Valenciana de Pediatría (SVP) te ofrecemos diez consejos para evitar el consumo de drogas en la adolescencia:
Consejos para prevenir el consumo de drogas en adolescentes
- Informarles: el Gobierno de España pone a disposición de los padres cada año información sobre el consumo de drogas en los adolescentes. Es importante que el menor esté informado sobre los peligros reales y las consecuencias que estas tienen, tanto a corto como a largo plazo.
- Apuntarles a actividades extraescolares: es positivo motivar al adolescente para que practique alguna actividad extraescolar y así mantenerlo lejos de los focos donde se consumen drogas. Lo ideal es elegir juntos la actividad que más se adecue a los gustos del menor.
- Ofrecerles apoyo psicológico: en ocasiones, puede haber un mal ambiente en casa o en el instituto, por lo que el adolescente puede desarrollar una falta o carencia emocional y hacerlo más vulnerable ante el consumo de drogas. Acudir a un psicólogo le puede ayudar a desarrollar mecanismos de defensa emocional y potenciar la seguridad en sí mismo para decir no.
- Conocer a los amigos: la elección de las amistades es algo personal, y ahí los padres tienen poco que decidir, pero en ocasiones algunas compañías pueden perjudicar la seguridad del adolescente. Hay que estar atento y saber con quién frecuenta el menor.
- Refuerzo positivo: hay que educar al adolescente en un ambiente positivo, y potenciar aquellas facetas que se le dan peor para que no se sienta frustrado.
- Mantener el núcleo familiar: un núcleo familiar fuerte es importante, ya que ayuda a tener una mejor comunicación con el adolescente. Este tiene que percibir y tener la confianza de que si hay algún problema puede contar con los padres para solucionarlo.
- Desarrollar el sentido crítico: un adolescente bien informado y con sentido crítico será más capaz de tener una visión real sobre el consumo de drogas. Hay que conseguir que el joven juzgue las drogas tal y como son: sustancias perjudiciales para la salud física y psicológica.
- No sobreprotegerlos: aunque sea una reacción natural que indica la preocupación de los padres hacia el menor, la sobreprotección puede provocar un efecto no deseado de huida. El adolescente debe sentir que los padres le aceptan tal y como es y que puede desarrollar su personalidad sin ser juzgado.
- Ser coherente con el discurso: es difícil evitar el consumo de drogas en los jóvenes si estas también se consumen en casa (incluyendo el tabaco y el alcohol). Para que el mensaje contra las drogas sea coherente y sincero, debe ser acorde con la conducta de los padres.
- Aprender a identificar las señales de alarma: la rebeldía es un síntoma natural de la adolescencia, pero hasta cierto punto. Si se nota que el menor cambia de amistades, de hábitos, comienza a demandar más dinero y se niega al diálogo, puede ser una señal de alarma.
Pese a que las drogas se suelen clasificar como blandas (alcohol, tabaco, etc.) o duras (cannabis, cocaína, etc.), esta distinción no debería hacerse, y menos en el caso del adolescente. La suya es una edad de desarrollo y cualquier tipo de tóxico es perjudicial tanto para su desarrollo físico como psicológico. Además, por su alto contenido adictivo, la prevención es crucial para evitar que caigan en un hábito del que más tarde es difícil salir. El primer paso se debe dar en casa, pero la responsabilidad es de todos.