Con la llegada del verano también comienza la temporada de las piscinas, las playas, los campamentos y los juegos al aire libre. Unas actividades en las que también se incrementa el tiempo de exposición solar. Por ello, con motivo de la celebración del Día Europeo de la Prevención del Cáncer de Piel, que se celebra el 13 de junio, desde la Sociedad Valenciana de Pediatría queremos destacar la importancia de la utilización de las cremas y los protectores solares durante la infancia ya que los niños y las niñas son los que más tiempo suelen estar expuestos al sol.
En este sentido, la exposición excesiva al sol es un gran peligro para la salud de las personas y especialmente en los niños, ya que son aún más vulnerables, por lo que los protectores solares son fundamentales para proteger la piel de los menores. Por ello, la SVP recomienda recurrir a cremas solares de factor de protección alto diseñados específicamente para niños y que sean resistentes al agua, así se reducirá las posibilidades de sufrir quemaduras y otras lesiones cutáneas, aunque es importante recalcar que no existe ningún producto que proteja de forma total de los rayos solares.
No obstante, se aconseja también que los niños menores de tres años no estén expuestos al sol de forma directa y, que además de las cremas solares, también estén cubiertos con ropa, sombreros e incluso gafas de sol para evitar la incidencia directa de los rayos solares en los ojos, así como beber agua de forma abundante para combatir el calor.
¿Cómo se utilizan las cremas protectoras?
Muchas personas no utilizan de forma adecuada los protectores solares ya que recurren a factores muy bajos o no usan la cantidad requerida. Por su parte, la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV) explica que la cantidad necesaria para una protección idónea es de 2mg por centímetro cuadrado aplicada 30 minutos antes de tomar el sol.
Ante la dificultad para medir esta cantidad, se aconseja recurrir a cremas solares con factores de protección superiores a 30 y con una aplicación sobre la piel cada dos horas evitando siempre la exposición en las horas centrales del día. Además, las actividades que suelen realizar los niños, como bañarse en el agua, se prolongan durante más tiempo, por lo que hay que extremar el cuidado de la piel ante la exposición solar.
Por ejemplo, mucho protectores solares resisten al agua pero en el momento en el que se emplea la toalla gran parte de esta protección se pierde en el tejido. Esta eliminación de la protección también ocurre si el tiempo de inmersión en el agua se prolonga durante mucho tiempo, algo que es habitual cuando los niños están en playas o piscinas.
Instrucciones para usar correctamente la crema solar en los niños
En este sentido, la SVP ha realizado un listado de instrucciones para usar correctamente la crema solar en los niños durante el verano:
- Aplicar la crema solar 30 minutos antes de estar expuestos al sol y de forma abundante con un alto factor de protección solar en todas las partes del cuerpo, desde el torso hasta la cabeza y extremidades, incluidas manos y pies.
- Recurrir de nuevo a los protectores solares tras cada baño de más de 20 minutos aunque los productos que se utilicen sean resistentes al agua.
- Volver a aplicar el protector solar cada dos horas.
- Utilizar productos específicos para niños y resistentes al agua en la medida de lo posible.
- Procura renovar las cremas solares cada año, ya que los productos que se han guardado de veranos anteriores han podido sufrir un deterioro y perder parte de su capacidad de protección.
- Aunque el día esté nublado, se debe utilizar la crema solar ya que la radiación incide igual a través de las nubes.
- Evitar tomar el sol en las horas centrales del día en las que se produce una incidencia más directa de los rayos del sol.
- Es conveniente que los niños también tengan protegida la cabeza de los rayos del sol con una gorra o un sombrero, que utilicen gafas de sol y que beban abundante agua.
Daños de la exposición solar en niños
Con estas sencillas medidas se evitarán las molestas quemaduras solares que puede llegar a producir el sol en la piel de los menores. Estas lesiones se caracterizan por el enrojecimiento de la dermis, dolor y picor de la zona afectada e incluso ampollas cuyos daños se pueden mitigar con lociones hidratantes o paños húmedos fríos.
Además, en los casos más graves, la exposición excesiva al sol también puede provocar fiebre, dolor intenso de cabeza, insolación, y hasta escalofríos. Todos ellos, unos problemas de salud que suelen requerir atención sanitaria.
A medio y largo plazo, la exposición solar excesiva produce un envejecimiento prematuro de la piel y, especialmente en el caso de las quemaduras producidas en la infancia y adolescencia, un incremento del riesgo de cáncer (melanoma maligno) en años posteriores.