La llegada del frío y las bajas temperaturas coincide con el momento de mayor incidencia de muchas patologías propias del invierno como la gripe, la bronquiolitis o los resfriados, que afectan en mayor medida a los niños, sobre todo los más pequeños. Estas enfermedades provocan, en muchas ocasiones, un aumento de las consultas pediátricas en los centros de salud que puede llegar a saturar la asistencia sanitaria en momentos puntuales de año.
Este incremento de la incidencia se produce por múltiples factores, entre los que cabe destacar el contagio que se produce en guarderías y jardines de infancia, donde los menores pasan mucho tiempo en espacios cerrados, que favorece la dispersión de ciertos virus y bacterias, y comparten múltiples objetos como juguetes o utensilios de comida o bebida, con la menor higiene propia de esa edad, lo que aumenta las probabilidades de contagio, o la falta de madurez del sistema inmunológico.
Ante este pico de consultas e incidencias, desde la Sociedad Valenciana de Pediatría realizamos este listado con las enfermedades más comunes en la infancia durante el invierno, para conocerlas y saber cómo actuar para minimizar sus síntomas y evitar su contagio en la medida de lo posible.
Índice de contenidos
Gripe
La gripe es una enfermedad causada por un virus cuya incidencia en nuestro contexto geográfico se produce claramente durante los meses de noviembre a marzo, con su máxima de afectación en enero y febrero. Es tan prevalente y brusca en la edad infantil que la demanda de asistencia por esta patología puede saturar las consultas pediátricas con gran facilidad. Esta enfermedad se caracteriza por la presencia de fiebre alta, malestar general, dolor corporal y de cabeza, escalofríos, tos y falta de apetito con una duración aproximada de una semana, aunque muy variable según los casos.
Uno de los recursos disponibles más efectivos para evitar el padecimiento de la gripe es la vacuna antigripal, un tratamiento seguro que se recomienda especialmente en los niños a partir de los seis meses de edad y adolescentes con enfermedades crónicas, ya que en estos grupos existe un mayor riesgo de que esta patología derive en complicaciones más graves.
Una vez contraída la gripe, el tratamiento se basa en la toma de analgésicos-antitérmicos para controlar la fiebre y el malestar y en el buen funcionamiento del propio sistema inmune del menor para que combata la enfermedad. Es importante recordar que los antibióticos no curan la gripe ni mejoran la respuesta del organismo.
Resfriado
Los resfriados son una patología leve muy frecuente durante la infancia, en la que sus síntomas les producen cierto malestar, pero que no suele tener mayores complicaciones en su salud. Esta patología es causada por distintos virus y se contagia con mucha facilidad por contacto directo entre personas o por las gotitas que los enfermos esparcen al toser o estornudar.
Los síntomas más frecuentes son la secreción nasal, un menor apetito, el dolor de garganta, los estornudos y la tos. La fiebre es variable, siendo más frecuente y alta en los más pequeños, aunque en general no más 2-3 días de duración. Estos cuadros no suelen tener mayor gravedad y, en un plazo de una o dos semanas, los síntomas suelen remitir.
Esta patología no tiene ningún tratamiento de sus causantes, por lo que las terapias se basan en aliviar los síntomas. Por ejemplo, se recomienda administrar analgésicos-antitérmicos si presentan fiebre o malestar, realizar lavados nasales con suero fisiológico, beber abundantes líquidos, e incluso recurrir a ciertos medicamentos si el pediatra así lo indica. No obstante, según detalla la Asociación Española de Pediatría, los fármacos para la tos o los anticatarrales no están indicados y pueden ser perjudiciales para los menores.
Bronquiolitis
En esta época del año, la bronquiolitis es una de las patologías más comunes y una de las causas más frecuentes por la que los padres acuden con sus niños más pequeños a las consultas del pediatra. Esta es una enfermedad vírica que causa una inflamación de las vías respiratorias, sobre todo de los bronquios más finos de los pulmones, conocidos como bronquiolos, lo que provoca tos y dificultad respiratoria. El grupo de población que más riesgo tiene de padecer esta patología son los niños menores de dos años, especialmente y con mayor gravedad los prematuros y los lactantes de pocos meses.
En cuanto a la sintomatología, la bronquiolitis suele comenzar como un resfriado común que deriva en 1-2 días en cuadros de tos intensa y en problemas respiratorios variables, que, en algunos casos, van acompañados de silbidos en el pecho. En la gran mayoría de los casos, no causa complicaciones y suele desaparecer en unos siete o diez días.
El tratamiento de la bronquiolitis, también es exclusivamente sintomático. Se recomienda mantener una buena hidratación, recurrir a fármacos antitérmicos si hay fiebre, realizar lavados nasales en el caso de presentar demasiada mucosidad nasal y evitar los medicamentos innecesarios como los mucolíticos y antihistamínicos.
Gastroenteritis
La gastroenteritis es una enfermedad muy común en la infancia, causada más frecuentemente por virus y en menores ocasiones por bacterias, que provoca diarreas, náuseas o vómitos de frecuencia variable, acompañados o no de fiebre o dolor abdominal. Debido a su facilidad de contagio vía fecal-oral, es muy importante extremar las medidas de higiene, especialmente el lavado minucioso de manos tras el cuarto de baño o los cambios de pañal.
Según los cálculos, se estima que los niños españoles menores de tres años suelen tener una media de hasta 2 episodios de gastroenteritis al año y es uno de los principales motivos de ingreso hospitalario, casi siempre motivado por la deshidratación secundaria. La medida terapéutica más importante es administrar suero de rehidratación oral (SRO) para compensar las pérdidas sufridas y evitar la deshidratación.
Faringitis
Otra de las patologías que tiene sus mayores picos de incidencia en invierno es la faringitis o la faringoamigdalitis. Esta es una enfermedad infecciosa que suele presentarse como fiebre, dolor de garganta e inflamación de los ganglios cervicales. También puede venir acompañada de mucosidad, toses frecuentes y ronquera en la voz y el dolor es variable en función de la intensidad de la enfermedad, ya que, en ocasiones, únicamente duele al tragar. Además, la zona interior de la garganta suele mostrarse enrojecida e incluso con placas de pus.
La gran mayoría de las faringitis son de origen vírico, por lo que solo suelen precisar analgésicos-antitérmicos para el dolor o la fiebre. Si la causa es bacteriana podría requerir un tratamiento antibiótico, pero solo debe ser pautado tras valoración por el pediatra.
Neumonía
La neumonía es otra de las patologías más habituales en la etapa infantil, que es causada por una infección en los pulmones cuyo origen puede ser de tipo bacteriano, vírico e incluso hongos, entre otros gérmenes.
Los síntomas de un cuadro de neumonía son similares a los de otras patologías respiratorias como fiebre alta, mocos o dificultades al respirar. No obstante, estos pueden variar en función de la edad y la causa de la enfermedad, ya que los bebés suelen tener también menos apetito mientras que los niños más mayores pueden añadir escalofríos, dolor abdominal o dolor de pecho.
Para identificar una neumonía, se evalúa la intensidad de estos síntomas y la auscultación, pero en algunos casos se requiere otro tipo de pruebas como una radiografía pulmonar.
Debido a la variedad de causas, el tratamiento de esta enfermedad depende del germen conocido o sospechado que provoca la neumonía. Así, si la patología es bacteriana se recurre a medicamentos antibióticos, mientras que si es vírica no se necesitan salvo sobreinfecciones secundarias. Por ello, es fundamental seguir de manera precisa el tratamiento pautado por el pediatra y realizar un seguimiento hasta superar la enfermedad.
Medidas preventivas generales
La mayoría de estas patologías se pueden prevenir con unas medidas comunes como son la higiene cuidadosa en los cuartos de baño y en la vivienda, el lavado de manos, el uso de pañuelos de papel y evitando siempre compartir utensilios de comida e higiene como toallas o ropa de cama. Unas estrategias que ayudar a reducir las probabilidades de contraer algunas de estas enfermedades más frecuentes en niños durante el invierno.