Un sueño adecuado de los niños durante la noche es fundamental para la recuperación física y psicológica y para un correcto desarrollo ya que es en este periodo cuando se afianzan los conocimientos adquiridos durante el día y la memoria. De hecho, un descanso inadecuado y escaso puede ser un factor de riesgo de la obesidad y la adiposidad durante la adolescencia y la etapa adulta.
Ante el incremento de estos problemas de salud, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado recientemente la Guía de la actividad física, sedentarismo y sueño para niños. Un documento en el que la entidad recoge las horas recomendadas que se deben dormir en función de la edad de cada niño.
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Horas de sueño por edades
En este sentido, tras la revisión de decenas de estudios científicos y de multitud de artículos, la OMS estima que los bebés menores de tres meses deben tener entre 14 y 17 horas de sueño incluyendo las siestas que pueda realizar el menor durante el día. Por su parte, desde los cuatro meses hasta un año, lo recomendable es que los bebés duerman entre 12 y 16 horas diarias.
Si el niño o niña tiene entre uno y dos años edad, se recomienda dormir entre 11 y 14 horas de calidad con un horario regular, con un tiempo establecido para despertarse y con pequeñas siestas durante el día.
A partir de esta edad, las horas necesarias disminuyen poco a poco y no hace falta que los menores recurran a esas siestas a lo largo del día. Así, los niños de entre tres y cinco años deben tener un sueño de entre 10 y 13 horas diarias en un horario regular, tanto al acostarse como al despertarse. En cuanto el niño comienza la educación obligatoria, a partir de los seis años y hasta los 12, las recomendaciones de los expertos señalan que deben dormir de 9 a 12 horas de forma regular para promover un estado óptimo de salud. Finalmente, desde la adolescencia y hasta la mayoría de edad, las horas recomendadas son muy parecidas a las establecidas para un adulto, de entre 8 y 10 horas diarias.
La importancia de la regularidad en el sueño
A pesar de estas recomendaciones, un estudio del Instituto de Investigaciones del Sueño detalla que hasta el 60% de los niños españoles no cumplen con las horas recomendadas y hasta uno de cada tres puede presentar síntomas de somnolencia diurna y un cansancio que le impide desarrollar sus tareas y actividades con normalidad y en plenas condiciones.
No obstante, tan importante como la duración del sueño es la regularidad de horarios de sueño, la ingesta de alimentos y la actividad física, el considerado trípode de hábitos saludables que deberían ir siempre juntos. Si los padres se obsesionan con las horas priman el número más que la regularidad y se pierde el periodo de desactivación previo al inicio de la rutina. Un acto tan necesario para una adecuada eficiencia del sueño como el propio sueño.
Problemas derivados de la falta de sueño
En el caso de que los niños no cumplan con las horas recomendadas al dormir para cada una de las etapas de la infancia y la adolescencia, los principales riesgos para la salud de los menores son una mayor obesidad, un incremento de la adiposidad y un desarrollo irregular de la capacidad emocional, del crecimiento e incluso del sistema cognitivo del niño y niña, según detalla la OMS.
Por su parte, la Sociedad Española de Neurología (SEN) considera que un sueño inadecuado e insuficiente puede ocasionar otros problemas de salud como la hiperactividad, impulsividad e incluso bajo rendimiento académico, entre otros. En este sentido, esta falta de horas al dormir de los niños se asocia con un mayor tiempo de exposición a la televisión, los ordenadores, los videojuegos, etc…, según detalla la OMS. Por ello, se recomienda un uso responsable de las nuevas tecnologías, especialmente en los niños más pequeños.
Rutinas para mejorar el sueño en niños
Para mejorar el sueño y conseguir un descanso de calidad, las recomendaciones del OMS en los bebes y los niños más pequeños se basan en adoptar una rutina adecuada. Así, establecer un horario regular a la hora de dormir por parte de todo el núcleo familiar, no solo de los niños, y realizar actividades habituales antes de descansar como tomar un baño, cenar y leer un cuento antes de irse a la cama son ejemplos prácticos para mejorar este el descanso.
A medida que el menor va cumpliendo años, las horas de sueño irán disminuyendo poco a poco pero se debe continuar con esas rutinas previas que favorezcan su descanso, por ejemplo, evitar la actividad física intensa entre una o dos horas antes de irse a la cama. Además, en cada una de las etapas de la infancia y la adolescencia, los padres deben dar ejemplo por lo que también deben ser partícipes de esos hábitos antes de irse a la cama.
Texto revisado por el doctor Gonzalo Pin Arboledas, pediatra especialista en sueño.