Los conflictos más frecuentes en las familias

¿Cómo resolver los conflictos familiares durante la adolescencia?

La adolescencia es una de las etapas más importantes de la vida en la que se producen notables cambios físicos y emocionales y en la que cada adolescente comienza a madurar a nivel emocional,  a forjarse su personalidad y carácter. De hecho, durante este periodo es cuando también se producen modificaciones psíquicas en las que cada persona desarrolla su modelo de pensamiento y raciocinio con las que desarrolla conclusiones y opiniones propias en todos los ámbitos de su vida como el amor, la autoridad, los estudios, los amigos…

Este proceso de cambio puede suponer un incremento de los conflictos en el núcleo familiar por lo que es necesario que tanto los padres y las madres como los adolescentes sepan cómo afrontar estos problemas de la forma más conveniente. Por ello, desde la Sociedad Valenciana de Pediatría ofrecemos una serie de pautas para resolver los conflictos familiares durante la adolescencia  con motivo del Día Internacional de las Familias que se celebra el 15 de mayo.

Consejos para solucionar conflictos en casa con adolescentes

Mejorar la comunicación con el menor

En muchas ocasiones, los adolescentes no disponen todavía de las herramientas emocionales para expresar sus pensamientos y emociones o incluso se cierran en sí mismos y apenas hablan con sus padres. En estos casos, los padres han de mantener una comunicación fluida y respetuosa en la que el tema de conversación no se realice de forma imperativa o impositiva. La idea es encauzar el diálogo de modo que la compresión mutua entre los padres y los hijos sirva para mejorar la confianza y el respeto entre los familiares, creando así un ambiente adecuado que facilite esa comunicación.

No obstante, esta comunicación no debe confundirse con dar la razón en todo ni estar de acuerdo con las opiniones de la otra persona. Además, hay que recordar que solo hay que afrontar este diálogo cuando todas las partes implicadas, tanto el hijo o hija como los progenitores, se sientan capaces de hablar con calma, por lo que en ocasiones es mejor dejar pasar un poco de tiempo.  En este sentido, es necesario que en este proceso no se insista en los fracasos o en los errores cometidos por el menor y tener en cuenta los aspectos agradables y admirables de los hijos.

Hablar de futuro

Durante esta etapa, todos los miembros de la familia deben dedicar más tiempo a conversar sobre los temas de interés y preocupaciones del adolescente ya que es un periodo en el que la incertidumbre emocional y las habilidades sociales pueden generar frustraciones y grandes conflictos al menor.  Por ello, es conveniente dialogar sobre el futuro para que los hijos y las hijas comprendan que no todo es inmediato y conocer así que les gustaría que ocurriera tanto a ellos como a cada uno de los miembros de la familia.

De todos modos, los padres no deben imponer la ayuda o los consejos a alguien que los rechaza ya que los adolescentes en muchas ocasiones consideran que son autosuficientes. No obstante, han de tener presente que en este periodo de ganar autonomía también necesitarán el apoyo de toda la familia.

Asunción de responsabilidades

En la adolescencia, también es importante que los menores entiendan que las acciones que realizan tienen consecuencias y que estas pueden ser positivas o negativas. Es una etapa en la que deben asumir las responsabilidades de sus actos y conocer sus capacidades.  Todo ello conlleva que los menores vayan ganando  y adquiriendo una mayor intimidad y libertad que también les dotará de mayor responsabilidad y permitirá desarrollar un vínculo de confianza entre padres e hijos en el camino hacia la juventud y madurez.

Los conflictos familiares más frecuentes

Por su parte, desde la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Alumnos (CEAPA), en su guía sobre la Resolución positiva de conflictos cotidianos en la familia – que se puede consultar en este enlace–  han realizado el decálogo de los conflictos cotidianos en el entorno familiar para agrupar todos los tipos de problemas que se suelen vivir en los hogares.

  • El primero de los conflictos está relacionado con las tareas domésticas y con la organización y distribución del trabajo dentro y fuera del hogar. En estas labores se debe fomentar la corresponsabilidad, la coordinación y la colaboración familiar con un reparto de tareas justo y equitativo.
  • El segundo de los puntos de este decálogo hace referencia al espacio de pertenencias de cada uno de los miembros de la familia. Un factor en el que la percepción del menor sobre el estado de su habitación que en ocasiones difiere mucho de la idea de orden que tienen los padres.
  • Con respecto a la imagen y apariencia, y más aún durante la adolescencia, esta suele ser una fuente de conflicto bastante habitual. No obstante, los padres deben ser conscientes de que es un proceso natural en el que los adolescentes se forman su propia personalidad.
  • El cuarto punto de este decálogo de los conflictos familiares más habituales se refiere al manejo del dinero. La paga es una sencilla situación que si se realiza convenientemente puede favorecer el autocontrol de los hijos e hijas.
  • El quinto punto se centra en el uso de la tecnología y los dispositivos móviles que es habitual que genere importantes problemas en la relación entre padres e hijos durante la adolescencia. En este sentido, es necesario establecer unos límites de tiempo y espacio al uso del teléfono móvil, las videoconsolas y la conexión a internet para fomentar un consumo responsable pero sabiendo que a medida que el menor vaya creciendo irá demandando una mayor libertad de elección.
  • Durante la adolescencia, otro de los puntos más problemáticos son los estudios. Un tema en el que los padres han de explicar a los hijos la importancia de los mismos para que comprendan a quién le beneficia más.
  • Otro de los focos de conflicto más frecuentes, especialmente en la etapa adolescente, es el establecimiento de unos horarios. En este sentido, es conveniente que los menores establezcan unas rutinas antes de irse a la cama para mejorar su descanso y que vayan adquiriendo responsabilidad sobre sus actividades para gestionar su tiempo por sí mismos.
  • Por otro lado, también es frecuente que los aspectos referidos a la salud y la alimentación originen problemas en el entorno familiar, en especial, hábitos de higiene, como cuando entra en el baño, cuando sale, lavarse los dientes, cómo y cuánto se ducha  o el uso de drogas durante la adolescencia.
  • En lo que respecta a las relaciones sociales, también es habitual que sean el origen de problema en el entorno familiar. De hecho, un excesivo control de los padres que desean conocer cómo es su grupo de amistades del menor o las relaciones de pareja que puede ser una de las causas más frecuentes de este tipo de conflictos.
  • Por último, los valores educativos, éticos y morales también suelen ser una fuente de conflicto familiar, más aún durante la adolescencia, ya que es en esta etapa cuando el menor se forma su propia personalidad y modelo de pensamiento que puede diferir de esperado por los padres.

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