Hasta un 80% de los niños con celiaquía puede no estar diagnosticado debido a la frecuente escasa expresión y/o apreciación de sus síntomas. Aun así, es una enfermedad cada vez más diagnosticada entre la población infantil. De hecho, aproximadamente uno de cada 100 niños en Europa la padece, según las cifras de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN) y la Asociación de Sociedades Europeas de Celiaquía (AOECS). Cada 27 de mayo se celebra el Día Nacional del Celiaco, con el objetivo de dar a conocer y sensibilizar a la sociedad sobre esta enfermedad, así como mostrar la realidad que viven tanto los pacientes como sus familiares, ya que aún no es lo suficientemente conocida. Por ello, desde la Sociedad Valenciana de Pediatría vamos a profundizar un poco más en qué consiste la celiaquía y, sobre todo, mostrar cómo los padres deben educar a sus hijos con esta afección.
La celiaquía es una patología sistémica de base autoinmune provocada por el gluten –una proteína que se encuentra en cereales como el trigo, la cebada y el centeno– y prolaminas relacionadas y que afecta a personas con predisposición genética, tal y como señala la Federación de Asociaciones de Celiacos de España (FACE). Cuando un niño celiaco que no ha sido diagnosticado ingiere o se expone al gluten, lo que ocurre es que esta proteína, a través del desencadenamiento de ciertas reacciones inmunológicas, acaba atrofiando las vellosidades del intestino delgado, encargadas de absorber los nutrientes de los alimentos. De esta forma, no se produce dicha función y pueden generarse carencias nutricionales en el niño que deriven en otras enfermedades más graves.
Síntomas de los celíacos
Los síntomas que padecen los niños celiacos varían en función de cada uno, aunque los más frecuentes son náuseas, vómitos, diarrea, pérdida de apetito y de peso, fatiga, pérdida de masa corporal o dolores abdominales. En ocasiones el paciente celiaco no tendrá ningún síntoma apreciable. Además, al no estar bien nutrido, el niño celiaco puede ver afectado su crecimiento y desarrollo. Y no solo eso, la celiaquía es una enfermedad sistémica, es decir, que no solo afecta al aparato digestivo, sino también a la piel, el sistema neurológico, los huesos, etc.
Se desconocen las causas exactas que producen la celiaquía, aunque lo que sí se sabe es que en su desarrollo contribuyen factores genéticos, inmunológicos y ambientales. De todos modos, los niños más propensos a padecerla son aquellos que tienen algún familiar de primer grado –padres o hermanos– con esta afección, así como los niños que ya tienen ciertas patologías, como diabetes tipo 1, Síndrome de Down o enfermedades tiroideas o hepáticas.
Una vez diagnosticada la celiaquía, el único tratamiento efectivo actual que existe es mantener una dieta sin gluten durante toda la vida. Es a partir de este momento cuando los padres y sus hijos deben afrontar esta nueva situación. Así, es esencial que les informen a los niños de todo lo relacionado con la celiaquía, para aclarar todas las dudas e inquietudes que estos tengan sobre la enfermedad. También deberán avisar de la celiaquía de su hijo en su entorno más cercano, como familiares, amigos y en el ámbito escolar.
Alimentos permitidos en el celíaco
Por otro lado, deben exponerles cuáles son los alimentos permitidos y cuáles los prohibidos. Entre los primeros, están los genéricos –que, por su naturaleza, no contienen gluten ni han sido procesados, como las frutas, verduras, legumbres, pescados, carnes, leche, huevos, etc. –. Además, pueden consumir productos específicos, es decir, diseñados especialmente para los celiacos, puesto que en su elaboración se han sustituido los cereales con gluten por otros ingredientes que no lo contienen. Ejemplos de estos son la pasta o el pan sin gluten. No obstante, hay que tener cuidado con su ingesta en exceso, puesto que en ocasiones se añaden ingredientes como azúcares o grasas para mantener las mismas características organolépticas que el producto convencional, y pueden hacer que su consumo en exceso sea menos saludable. Por todos estos motivos, es imprescindible leer siempre con atención el etiquetado. También es muy importante evitar la contaminación cruzada, es decir, la manipulación conjunta de alimentos con y sin gluten.
En definitiva, lo más importante es lograr un diagnóstico precoz de esta enfermedad, con el fin de realizar una correcta dieta sin gluten y que los niños crezcan y se desarrollen de forma adecuada, eviten tener complicaciones posteriores y, así, poder disfrutar de una buena salud.