La obesidad infantil, un grave problema de salud que puede derivar en otras enfermedades

La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves que existen en la actualidad y su prevalencia está aumentando a un ritmo vertiginoso. Tanto es así que, en los últimos 40 años, el número de niños y adolescentes obesos entre los cinco y los 19 años se ha multiplicado por diez a nivel mundial, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud.

La obesidad infantil se define como la acumulación excesiva o anormal de grasa corporal, una patología que supone un riesgo para la salud de la persona que lo padece. Medir el grado de sobrepeso u obesidad es difícil en esta etapa, debido a la gran cantidad de cambios fisiológicos que se producen en su organismo durante su crecimiento.

En cualquier caso, los menores que son obesos tienden a seguir siéndolo cuando crecen y son adultos, aumentando las probabilidades de sufrir otras afecciones, como enfermedades cardiovasculares o diabetes. Incluso, puede afectar a la salud del hígado. Así lo concluye un reciente estudio publicado en el Journal of Pediatrics, en el que participaron 635 niños.

Investigadores de la Universidad de Columbia de Nueva York analizaron los niveles sanguíneos de una enzima llamada ‘alanina aminotransferasa’ o ALT que, en valores elevados, supone un marcador de daño hepático. Los resultados mostraron que el 23% de los participantes de ocho años tenían niveles altos de ALT. Por tanto, este estudio afirma que los niños de tres años que tienen un mayor perímetro de cintura –una medida para evaluar la obesidad abdominal– tienen más probabilidades de padecer esteatosis hepática no alcohólica, también llamado hígado graso, cuando cumplen ocho años.

Sin embargo, tanto el sobrepeso como la obesidad durante la infancia es una enfermedad que, en gran medida, se puede prevenir y con ello el desarrollo de otras enfermedades también importantes. De hecho, un estudio publicado en el The New England Journal of Medicine señala que un niño obeso tiene más riesgo de padecer diabetes tipo 2 en el futuro, aunque solo si ese exceso de peso continúa durante la adolescencia o los primeros años de la adultez.

Ambos estudios demuestran la importancia de actuar en edades tempranas para prevenir la obesidad infantil y, en definitiva, evitar que el exceso de peso pueda derivar, en el futuro, en otras afecciones, como la diabetes, inflamación del hígado o enfermedades cardíacas. Para ello, es fundamental que los niños con sobrepeso pierdan peso, realicen ejercicio de forma regular y consuman menos alimentos procesados. Si se mantienen unos hábitos de vida saludables, los más pequeños tendrán menos probabilidades de padecer esta enfermedad.

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