Las familias que han decidido adoptar una dieta vegetariana se han incrementado de manera notable en los últimos años, por lo que también ha aumentado el número de niños que ingieren solo alimentos de origen vegetal.
Las dietas vegetarianas son aquellas que están exentas de carnes y productos cárnicos (incluyendo aves de corral, caza silvestre y sus derivados) y pescados (incluyendo mariscos y sus derivados). Según el tipo de dieta vegetariana, esta puede incluir huevo y productos lácteos, como las ovo-lácteo-vegetarianas, u opciones más restrictivas en las que se excluye cualquier alimento de origen animal, incluida la miel, como son las dietas veganas. Se trata de un tipo de alimentación que mantiene cerca del 8% de la población española, tal y como indican las últimas cifras publicadas por la Unión Vegetariana Española, aunque muchos de ellos son semivegetarianos o flexiterianos, los cuales, aunque siguen generalmente una dieta vegetariana, esporádicamente incluyen algún producto animal en su dieta.
La Academia Americana de Nutrición y diversas sociedades científicas recalcan que la dieta vegetariana puede ser adecuada para todas las edades, siempre y cuando se diseñen y se supervisen de forma correcta, es decir, que contenga todos los macronutrientes (proteínas grasas y carbohidratos) y micronutrientes (minerales y vitaminas) necesarios, incluidos los precisos para el crecimiento en el caso de la etapa infantojuvenil. No obstante, como cualquier otra dieta restrictiva, puede ser más fácil producir una alimentación desequilibrada con consecuencias negativas para el desarrollo, el crecimiento y la salud de los niños y adolescentes.
Una dieta vegetariana es más rica en fibra y baja en grasas
Por ello, es necesario que, si se opta por este modelo de alimentación, las familias presten especial atención a los nutrientes que aportan los alimentos de origen vegetal. Entre los beneficios de este tipo de dietas, siempre bien estructuradas y planificadas de forma conveniente, destaca que suelen ser más ricas en fibra y con un menor contenido en grasas, lo que conlleva ciertas ventajas nutricionales.
Sin embargo, una dieta vegetariana también puede tener algunos riesgos si no se plantea de manera adecuada ya que, al ingerir solo alimentos de origen vegetal, algunos nutrientes pueden no ser suficientes. Por ejemplo, las proteínas conseguidas con este tipo de alimentación provienen como norma general de las legumbres, de menor calidad nutricional que las de fuente animal, por lo que, en ocasiones, para adquirir los nutrientes suficientes, es necesario ingerir unas cantidades elevadas de legumbres que algunos menores no son capaces de comer.
Planificación de la dieta vegetariana
Otro de los riesgos que conllevan este tipo de alimentación es el déficit de ácido docosahexaenoico, un nutriente esencial para el correcto funcionamiento cerebral, del sistema cognitivo y visual, y que ayuda al desarrollo del sistema inmune. Este nutriente se adquiere normalmente al comer pescado azul pero, como las dietas vegetarianas prescinden de los alimentos de origen animal, se debe obtener a través de otras fuentes, como los frutos secos (nueces fundamentalmente), el aceite de semillas de lino o las algas marinas.
Por otro lado, la ingesta de diversos minerales, en especial el hierro o el zinc, a través de una alimentación vegetariana, puede conllevar reducida su absorción, por la mayor presencia de sustancias que la dificultan. Por ello, para evitar el déficit de estos nutrientes se aconseja comer semillas germinadas y semillas oleaginosas, como las de sésamo o calabaza. Del mismo modo, si no se toman lácteos, se deben conseguir unos niveles adecuados de calcio con el consumo aumentado de frutos secos, sésamo o leches vegetales enriquecidas en calcio.
En conclusión, las dietas vegetarianas en niños pueden ser adecuadas si se planifican de forma conveniente y se controla la cantidad de nutrientes que se ingieren para el correcto desarrollo de los menores. Sin embargo, como ocurre concretamente con la vitamina B12, es obligatoria su suplementación. Por ello, lo más idóneo es consultar con el pediatra las necesidades alimenticias concretas de cada niño y niña para que mantengan una dieta sana y equilibrada que aporte todos los nutrientes necesarios para su correcto crecimiento.