Los niños y las niñas en el momento en el que empiezan a gatear y a caminar están expuestos a múltiples peligros en las casas como enchufes, escaleras, esquinas de muebles y otras zonas que pueden provocar lesiones importantes. En este periodo de la infancia, desde los 10 u 11 meses hasta los seis años, los menores son muy curiosos y suelen tocarlo casi todo por lo que es necesario prestar una especial atención y, en ocasiones, llevar a cabo una serie de medidas para intentar reducir el riesgo de accidentes de los niños en casa.
En este sentido, uno de los aspectos más importantes es crear un espacio seguro en la vivienda en la que el menor pueda jugar, crear y expresarse con total tranquilidad. Un lugar en el que los enchufes estén tapados o sean de tipo giratorios o realizados con el sistema de enclavamiento profundo, que las esquinas de los muebles estén cubiertas y que no haya objetos peligrosos que los niños puedan coger, paraguas, bastones, etc… Además, en toda la vivienda es fundamental no dejar al alcance de los niños sustancias tóxicas, medicamentos u otro tipo de objetos peligrosos.
Del mismo modo, la cocina es una de las estancias de las viviendas en las que más elementos pueden causar accidentes como los fuegos, los cuchillos u otros utensilios, así como los productos de limpieza y detergentes que suelen estar guardados debajo de las pilas. Otro elemento muy peligroso y que puede provocar quemaduras graves son los hornos. Por ello, es fundamental que los niños estén controlados en todo momento para minimizar las posibilidades de accidente.
Seguridad en la vivienda
Por ejemplo, en el caso de los balcones y ventanas bajas, lo más efectivo es colocar barandillas estrechas por las que no quepa un niño y evitar situar objetos cerca de estos espacios a los que pueda subirse. Asimismo, para evitar caídas cuando los menores comienzan a andar, es recomendable tener el suelo y los espacios lo más despejados posible para evitar tropiezos.
Uno de los aspectos a tener en cuenta es que las puertas de la casa, en la medida de lo posible, deben permanecer cerradas, así, se evita que el menor salga de la habitación en la que está controlado y que se puedan pillar los dedos al cerrarse de forma involuntaria. Otro de los lugares más peligrosos para los niños son las escaleras, tanto en la vivienda como en la comunidad, por lo que se debe proteger su acceso.
De todos modos, a pesar de todas estas medidas de precaución, hay que recordar que el ejemplo de los padres y de las personas que conviven con los menores es fundamental para que aprendan y adopten unos buenos hábitos, también en materia de seguridad.
Modelo de actuación ante golpes fuertes
Una de las consecuencias más frecuentes en los accidentes de los niños en casa son los golpes en la cabeza. La gran mayoría de estos casos no revisten gravedad y solo se suelen producir pequeños chichones, moratones, o pequeños cortes. En estos casos, basta con bajar la inflamación, aplicar frío local y si existe sangrado, taponarlo hasta que la herida coagule y se cierre.
Sin embargo, en ocasiones, tras recibir un fuerte golpe en la cabeza, el menor puede encontrarse raro, somnoliento e incluso puede llegar a vomitar. En estos casos, se debe acudir a un centro sanitario para ser valorado por un profesional.
Tras esta primera observación, si el profesional sanitario considera que el niño puede irse a casa, los padres o la persona a cargo del niño o niña deben mantenerlo en observación y comprobar cada dos horas si existe algún tipo de desorientación por parte del menor, llanto constante, somnolencia excesiva, dolor de cabeza permanente, confusión, pérdida de conciencia, pérdida de sensibilidad en algún miembro, disfuncionalidad visual o sangrado interno en oídos o nariz.
Ante estos síntomas o su empeoramiento, se debe volver de forma urgente a un centro sanitario para ser atendido.
