En otoño, como consecuencia del descenso de las temperatuas, es cuando mayor incidencia de los virus de la gripe y el resfriado hay, especialmente entre los más pequeños. Es difícil que no se vean afectados por algún que otro catarro durante el año, pero se pueden tomar una serie de medidas para evitar o minimizar el contagio en este periodo.
En cualquier estación del año es posible contagiarse de una gripe o un catarro, pero el clima otoñal es más propicio para la propagación de los virus. Los ambientes más fríos favorecen su supervivencia, por lo que ya sea mediante su dispersión en el aire o por contacto, el contagio es más fácil en este periodo que en otros más cálidos. Además, la convivencia durante muchas horas en espacios cerrados también favorece las infecciones. Para evitarlas se recomienda seguir estos consejos:
- Lavarse bien las manos
Se trata de una medida básica de higiene, pero conviene recordarla ya que suele olvidarse. Es importante habituarles a que lo hagan varias veces al día, especialmente antes de comer. Con las manos se tocan y cogen objetos, se pone la mano cuando se estornuda o se tose…Son muchos los gérmenes que entran en contacto con ellas, por eso conviene llevar una correcta higiene.
- Llevar pañuelos desechables
Es común taparse la boca con la mano al estornudar o toser para no esparcir los virus, pero es más útil y seguro hacerlo con pañuelos desechables. Si se les acostumbra a hacerlo, se evitará que se manchen las manos y se expandan los virus al tocarse los ojos o la boca, por ejemplo.
- Ventilar las habitaciones con más frecuencia
Es posible que los niños, aunque no estén enfermos, posean ya cierta carga vírica, pero no la suficiente para presentar síntomas. Para evitar que esta aumente y se presente ya un catarro como tal, se recomienda ventilar más a menudo su habitación para que los virus se disipen.
- Lavar la ropa de cama más a menudo
Al igual que con las habitaciones, las sábanas, edredones y almohadas aglutinan los virus que se expulsan durante el sueño y pueden sobrevivir varios días a una temperatura normal. Para evitar que esta carga vírica aumente en el organismo del niño, es recomendable cambiarlas entre 2 y 3 veces por semana.
- No medicarles con antibióticos
La mayoría de estas infecciones es a causa de virus, salvo excepciones más graves, y cae recordar que los antibióticos se emplean para combatir a las bacterias. Tomar este tipo de fármacos contra gripes y catarros aumenta la resistencia bacteriana y, en ocasiones, resulta contraproducente ya que pueden alterar la flora intestinal y favorecer la acción de los virus. Los medicamentos que se recomiendan para aliviar síntomas como la tos o la congestión, son analgésicos o antiinflamatorios.
- Evitar las situaciones de estrés
Las situaciones de estrés pasan factura al sistema inmunitario y pueden dejarlo más vulnerable ante los virus que circulan en el ambiente. En estas fechas en las que los niños están aclimatándose de nuevo a los deberes, exámenes o actividades extraescolares, pueden sentirse un poco agobiados. La comunicación es básica para conocer cómo está llevando el menor la vuelta a todas las rutinas y asegurarse de que la carga de trabajo o de actividades no es excesiva.