Una de las lesiones más comunes en los niños es la de Ligamento Cruzado Anterior (LCA) en la rodilla. Este tipo de traumatismo se consideraba, en el pasado, un problema común entre los adultos. Pero en las dos últimas décadas se ha visto un aumento en el número de este tipo de lesiones en los deportistas menores de 18 años, según la Academia Americana de Pediatría.
Lesiones de niños en el fútbol
Es más, la actividad deportiva representa el 56,6% de todas las lesiones de ligamento cruzado anterior de rodilla que se producen entre los cinco y los 14 años, según un reciente estudio publicado en el British Journal of Sports Medicine. De ellos, la mayoría ocurrieron mientras practicaban deportes de pelota, como el fútbol, un 52,4% en las niñas y un 35,4% en el caso de los niños.
La rotura parcial o completa del ligamento cruzado anterior se produce, por norma general, a causa de una torsión brusca de la rodilla con el pie fijo en el sueño. Ante un caso de LCA, es fundamental realizar un diagnóstico precoz y, en la mayoría de los casos, es precisa la intervención quirúrgica. De hecho, el 75% de los jóvenes que no se operan presentan inestabilidad de rodilla, tal y como indica un estudio publicado en el Journal of Athletic Training.
De no realizarse la cirugía, los niños con esta lesión no solo tienen riesgo de inestabilidad, sino que, en un futuro, podrían tener otros problemas de rodilla, como artrosis o alteraciones en el crecimiento de sus huesos. Y no solo eso, sino que puede suponer la incapacidad deportiva a largo plazo. Además, una vez recuperada la articulación tras la operación, los pequeños pueden volver sin problema a la práctica deportiva habitual, por lo que pasar por el quirófano en estos casos supone mayores ventajas que el tratamiento conservador de limitar o frenar la actividad.
Beneficios del deporte en niños
La práctica de ejercicio físico y de actividades deportivas durante la infancia es fundamental, sobre todo, por una cuestión de salud. Gracias a ello, se contribuye al correcto desarrollo de sus huesos y músculos, así como se previenen ciertas enfermedades, como la obesidad. Pero no es el único beneficio que aporta el deporte. También es positivo para que los niños se relacionen y se integren más en la sociedad con otras personas, así como adquirir ciertos valores como el respeto, la amistad o el trabajo en equipo.
Sin embargo, es importante que, para ellos, suponga una diversión y no tanto una competición, sin estrés ni presiones por parte de los padres o entrenadores. Si los niños se someten a demasiada intensidad en los deportes, en ocasiones pueden terminar con un pie o brazo vendado. Por ello, desde la Sociedad Valenciana de Pediatría insistimos en que la prevención es la mejor solución para evitar que se produzcan este tipo de lesiones. Para ello, tanto los padres como los entrenadores de los equipos deben fomentar la diversión y el juego entre los niños, dejando a un lado las exigencias, las presiones, la competitividad y las rivalidades para que los más pequeños puedan disfrutar, de forma plena, de los beneficios de practicar deportes.