La meningitis es una patología con una mayor incidencia en lactantes y adolescentes que se caracteriza por la inflamación de las meninges, unas membranas que recubren el tejido cerebral y la médula espinal. Esta enfermedad es una de las que más alarma genera entre los padres, pero la gravedad y el pronóstico dependerán del origen de la meningitis, bien vírica o bien bacteriana.
La meningitis tiene más incidencia en la primera infancia, sobre todo en lactantes menores de un año y bebés de uno a dos años, así lo reflejan los datos del Comité Asesor de Vacunas (CAV). Pero tiene un segundo pico en la adolescencia, entre los 15 y los 19 años.
Se distingue comúnmente entre meningitis víricas y meningitis bacterianas. Las primeras son las que se deben a un virus y no suelen ser peligrosas. Este tipo de meningitis son las que más incidencia tienen en la población pediátrica, alrededor del 90% de los casos. Por norma, evolucionan de manera favorable, no precisan de tratamiento y no suelen dejar secuelas.
Las meningitis bacterianas por su parte, son las que más miedo generan entre los padres, y no es para menos. Son las que más riesgo suponen para la salud y pueden producir secuelas permanentes como la sordera, entre otras. Además, en casos graves puede resultar mortal. Su peligrosidad radica, en parte, en el abanico de grupos de bacterias que la pueden generar. Se distinguen varias familias bacterianas causantes de meningitis: Haemophilus influenzae tipo B, Streptococo pneumoniae o neumococo, que tiene más de 90 serotipos distintos, de los cuales aproximadamente 10 son los causantes de esta enfermedad, y Neisseria meningitidis o meningococo, que tiene diferentes serogrupos como A, B, C, W e Y, que son los más implicados actualmente en la enfermedad.
El contagio en ambos tipos de meningitis se produce por vía aérea y por contacto con las secreciones del paciente o de algún portador asintomático. Por este motivo, cuando se produce un brote de meningitis bacteriana, por ejemplo en el colegio, se administra profilaxis a los que han estado más en contacto con el niño para minimizar el riesgo de que también desarrollen la enfermedad. Por eso es importante procurar que se laven siempre las manos, que se tapen la boca al toser o estornudar y que no compartan vasos o cubiertos.
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¿Qué síntomas ocasiona la meningitis?
En función de la edad del pequeño, la sintomatología puede variar. En los lactantes y niños se puede observar fiebre elevada, llanto, irritabilidad, rechazo de las tomas y vómitos. Cabe destacar que, cuando aparece fiebre en bebés de menos de tres meses, siempre debe ser valorado por un pediatra.
Los niños algo más mayores sufren dolores de cabeza intensos, vómitos, no tienen ganas de jugar y presentan rigidez de nuca, uno de los síntomas que puede ser clave en el diagnóstico. Esta se produce porque, cuando las meninges están inflamadas, el pequeño será incapaz de doblar el cuello. Si se sospecha de una meningitis, una forma de comprobarlo es, por ejemplo, pidiéndole que se mire el ombligo, y si tiene rigidez, será incapaz y le dolerá. Si se prueba a ayudarle con la mano a que doble la cabeza, mostrará resistencia por la inflamación. Cuando tiene fiebre puede mostrar una ‘falsa resistencia’ al hacer este movimiento, por ello es mejor intentarlo cuando no tenga un episodio febril. En caso de duda, lo mejor es ser valorado por un pediatra.
Otro signo que puede alertar de esta patología son las petequias, unas pequeñas manchas de color vino que pueden aparecer en la piel en cualquier parte del cuerpo. Cuando las bacterias han invadido las meninges, también pueden pasar al torrente sanguíneo, y originar las petequias, que pueden ser un signo de alteración de la coagulación por la invasión del patógeno. Al principio pueden ser muy pequeñas, pero a medida que pasan las horas se van haciendo más visibles. Si se observan, al igual que con la rigidez de nuca, es necesario acudir al pediatra para descartar esta enfermedad.
¿Cómo se confirma el diagnóstico?
Además de la valoración de la sintomatología clínica, se realiza una punción lumbar para comprobar si existe inflamación en las meninges y si se trata de una infección vírica o bacteriana. La prueba consiste en pinchar con una aguja gruesa en la zona lumbar de la espalda para extraer líquido cefalorraquídeo y poder analizarlo.
Suele generar mucha ansiedad o pavor en los padres y madres, pero hasta el momento, es la única forma de comprobar si se trata de un caso de meningitis. Aunque parece muy aparatosa y peligrosa, no suele traer complicaciones, tan solo las típicas molestias que provoca el pinchazo.
Consecuencias de la meningitis
Las meningitis bacterianas pueden provocar sordera, amputación de miembros, retraso cognitivo y en casos muy graves puede resultar mortal. A pesar de las grandes mejoras en el tratamiento de esta grave enfermedad, todavía no se ha conseguido que el riesgo de mortalidad sea nulo. Las bacterias que más las causan son las especificadas anteriormente: haemophilus tipo B, neumococo y meningococo, y la mejor forma de proteger a los más pequeños de ello es mediante las vacunas.
Gracias a las altas tasas de vacunación frente a haemophilus, neumococo y meningococo C, las meningitis bacterianas son en la actualidad mucho menos frecuentes. Según las estadísticas, por cada 10 meningitis víricas hay una bacteriana. Pero pese a ello, la temporada 2017-2018 hubo 346 casos de meningitis meningocócica causada por otros serogrupos diferentes al C. Una cifra nada despreciable ya que esta enfermedad tiene un 10% de mortalidad.
Tipos de meningococos y recomendaciones de vacunación del CAV
Como se ha explicado antes, hay diferentes subgrupos de bacterias que causan meningitis (A, B, C, W e Y).En la actualidad, la familia de meningococo B es la más frecuente en España, responsable del 70% de los casos de meningitis. Se dispone de dos vacunas para prevenir esta cepa: Bexsero y Trumenba. Ambas se pueden comprar en la farmacia a un precio de 106,15 euros cada dosis.
Bexsero: se puede administrar a partir de los dos meses de edad por vía intramuscular. Dependiendo de a qué edad se vacune al bebé, serán necesarias diferentes dosis. Si se le vacuna antes de los tres meses requerirá cuatro, tres si se le administra entre los tres y los 23 meses; y dos dosis para los que se vacunen entre los dos y los diez años.
Trumenba: se puede administrar a partir de los diez años con una pauta de dos dosis, separadas por seis meses cada una. Se espera que dentro de unos meses se amplie su recomendación para los niños menores de 10 años.
Por el momento, en España solo está financiada e incluida en los calendarios oficiales la vacuna contra el meningococo C (MenC). Era el serogrupo más habitual hace años y desde que se incluyó en los calendarios en el año 2000, su incidencia ha descendido de manera notable. También está financiada desde el año 2015 la vacuna Prevenar13, que actúa frente a las 13 familias más comunes de neumococos. Su pauta de administración es de 2 dosis en el primer año de vida con una dosis de recuerdo al cumplir el año.
Recomendación de la vacuna tetravalente MenACWY
Los demás serogrupos de meningococo, el A, el W y el Y, tienen en España una incidencia mucho más baja, pero estos dos últimos están mostrando un ascenso paulatino en los dos últimos años. Dada esta incidencia ascendente de estos grupos, el CAV ha actualizado sus recomendaciones y aconseja proteger a los lactantes a los 12 meses de edad y a los adolescentes entre 12 y 14 años con la vacuna tetravalente MenACWY, en sustitución de la vacuna monovalente MenC en esas edades, y procurando un rescate progresivo hasta los 19 años.
El CAV hace especial énfasis en la cobertura vacunal de los adolescentes, ya que hasta el 23% de ellos pueden ser portadores de un meningococo en la nariz o la garganta y por tanto trasmisores de la enfermedad. Además, en esta etapa, la enfermedad meningocócica tiene su segundo pico de incidencia. La vacuna no solo les protege frente a esta bacteria, sino que también evita que sean portadores de esta y que contagien a otros. Por otra parte, aconseja dicha vacuna en bebés de más de seis semanas que vayan a viajar a países con incidencia elevada de esta enfermedad o que tengan factores de riesgo para desarrollarla.
Otro dato importante a tener en cuenta, es que entre el 5 y el 20% de las enfermedades causadas por un meningococo se manifiestan sin meningitis. Lo que ocurre en estos casos es una infección sanguínea generalizada sin la inflamación previa de las meninges, pero sí se inician el resto de síntomas como las petequias, fiebre y afectación del estado general del niño.
La meningitis bacteriana es una patología grave cuya incidencia se ha logrado reducir gracias a las altas tasas de vacunación. Es necesario seguir el calendario vacunal establecido junto con las nuevas recomendaciones del CAV para prevenir así nuevos contagios y proteger a los más pequeños de forma eficaz.