Los andadores para bebés son un clásico que muchos padres y madres utilizan con sus bebés para que comiencen a coger equilibrio y caminar, pero además de no ser útiles para ello, son peligrosos. Desde la Sociedad Valenciana de Pediatría (SVP) explicamos 5 motivos por los que conviene evitar el uso de los andadores:
Índice de contenidos
1 Incrementa el riesgo de lesiones
Utilizar andador supone más peligros que beneficios para el bebé. El riesgo de caídas es alto debido a las ruedas y al poco control sobre el espacio y la fuerza por parte de los pequeños. Según los datos de la Asociación Española de Pediatría (AEP), su utilización cuadriplica el riesgo de caerse por las escaleras. Pueden propiciar golpes de consideración en la cabeza, e incluso fracturas en brazos o piernas. Para muchos padres resulta cómodo, pero gracias a él tienen a su alcance objetos domésticos peligrosos, como el horno, picos de muebles o estufas, enchufes, entre otros. De hecho, en Canadá son la causa más habitual de lesiones en la cabeza en niños pequeños, y por seguridad, están prohibidos desde 2004.
Por su parte, la Academia Americana de Pediatría (AAP) está forzando su prohibición en Estados Unidos tras los resultados de un estudio en el que se analizó la evolución de las lesiones en niños menores de 15 meses entre 1990 y el 2014. Los resultados revelaron que más de 230.000 niños habían sido tratados por lesiones relacionadas con el uso de estos sistemas. Estas cifras descendieron desde 2010, cuando se endurecieron los estándares de seguridad para su comercialización.
2 Aumenta las posibilidades de intoxicación
Al poner al niño en el andador, como se ha mencionado, pueden tener alcance a productos peligrosos como medicamentos, productos de limpieza o colonias, con el consiguiente riesgo de llevárselo a la boca.
3 Altera el ritmo natural de aprendizaje de los bebés
Los bebés no aprenden a caminar en un día, es un proceso que conlleva varias fases. Primero aprenden a sentarse y equilibrarse solos, más tarde empiezan a gatear y después inician sus primeros pasos. Este ritmo es diferente en cada bebé, por lo que poner a un niño que ni siquiera sabe mantenerse sentado por sí mismo en el andador, es desaconsejable.
Entre los 6 y los 12 meses de edad comienzan a moverse más y les surge la curiosidad hacia todo lo que les rodea. Esta necesidad de explorar todo es fundamental para su desarrollo del aprendizaje. Hay que darle la oportunidad para que conozca bien su entorno que lo haga de una forma segura. Sobre los 9 meses el bebé ya suele sentarse y sostenerse solo e incluso girarse. Es a partir de entonces cuando unos comienzan con el “culeo” y se arrastran, otros se inician en el gateo y algunos incluso son capaces de ponerse a andar sin haber gateado antes. Por lo general, es a partir del año cuando la mayoría da sus primeros pasos, aunque algunos comienzan más tarde, hasta los 18 meses. El andador les impide que investiguen por sí solos estos movimientos naturales así como que interactúen bien con lo que les rodea.
4 Impide que desarrollen bien el movimiento y su curiosidad
Cuando el bebé comienza a desarrollar la marcha autónoma, no solo implica andar, sino que comienza a descubrir un mundo nuevo. Cogen objetos que ahora están a su alcance, se miran los pies, comienzan a medir distancias y perspectivas…en definitiva, exploran. Sentados en el andador no pueden hacer nada de eso por lo que se les priva de esas nuevas y necesarias experiencias.
Para favorecer el desarrollo de sus movimientos, se recomienda ponerle ropa cómoda que le permita arrastrarse, patalear y jugar sin problemas. De hecho, el juego es una de las mejores formas para fomentar avances en el pequeño y seguir despertando su curiosidad día a día. Animarle a gatear poniéndole en posición o poner objetos un poco alejados para incitarle a que se mueva a por ellos, son algunos ejemplos.
5 Fomenta una mala postura
Otro factor por el que los pediatras lo desaconsejan es la postura que adopta el niño durante su uso. Estar sentado con las piernas separadas no es adecuado para aprender a andar. Con ellos no se contribuye a su desarrollo psicomotor y en ocasiones puede acarrear problemas de espalda. Los fisioterapeutas de Reino Unido afirman que su uso genera 4.000 lesiones al año y merman las capacidades para caminar. Incluso la Alianza Europea para la Seguridad Infantil desaconseja su uso y anima a los profesionales sanitarios a no incentivarlo.
¿Qué alternativas hay?
Como se ha mencionado, cada niño aprende a su ritmo, no hay por qué forzarles. Se pueden utilizar los correpasillos, que aunque pueden confundirse, son distintos de los andadores. Estos dispositivos están destinados a niños que ya saben mantenerse de pie por sí mismos, en equilibrio, pero todavía les cuesta dar pasos. Con ellos, tienen un apoyo para ir soltándose y caminar hasta que tengan total autonomía, sin estar sentados como ocurre con los andadores. Eso sí, es recomendable que lo utilicen siempre bajo la supervisión de un adulto para evitar caídas y golpes.