El tono muscular es la energía potencial de un músculo. Incluso cuando están relajados, los músculos presentan una ligera contracción que limita su elasticidad y ofrece cierta resistencia al movimiento pasivo. Así, el tono muscular está íntimamente relacionado con la movilidad voluntaria y la postura. De la integridad de las estructuras nerviosas y musculares depende un tono balanceado que permita posturas y movimientos precisos y armoniosos.
Existen diferentes factores que condicionan el tono muscular de los niños. El momento del día, la edad o el ejercicio realizado son algunos de ellos. Por ejemplo, el recién nacido tiene una postura natural de ‘ranita’ o encogido debido a que predomina el tono aumentado de los músculos flexores sobre los extensores. Con el paso de los meses, el tono de músculos flexores y extensores se iguala. También maduran las estructuras cerebrales, medulares y nerviosas que intervienen en la motricidad, lo que permite al bebé adquirir control sobre la postura y el movimiento de una forma gradual.
Si alguna anomalía interfiere en el neurodesarrollo infantil, se producirá un trastorno motor y una alteración del tono muscular, como son:
- Hipotonía: se refiere a un bajo tono muscular que se traduce en que el niño es más ‘blandito’. La elasticidad del músculo es excesiva y su consistencia es blanda, las articulaciones no se encuentran bien fijadas, aún con el músculo contraído, por lo que al moverlas apreciamos flacidez y un movimiento muy amplio.
- Hipertonía: es un exceso de tono muscular que produce articulaciones fijadas a menudo en posturas anómalas. Es común que si intentamos moverlas se note una resistencia.
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Importancia del diagnóstico temprano
En ambas condiciones la causa puede ser muscular o en las estructuras nerviosas que controlan el tono. Por ello, en los controles de Salud el pediatra hará el seguimiento del desarrollo del niño desde su nacimiento, y si observara alguna alteración valorará si es necesario remitir pediatras especializados en neurología pediátrica.
La gran mayoría de hipotonías en bebés son benignas y se resuelven espontáneamente. Pueden ser congénitas (de nacimiento) o adquiridas; transitorias o constantes.
Causas de la hipotonía
Las causas de la hipotonía son múltiples: lesiones que afectan al sistema nervioso central, a los nervios o a los músculos. También puede ser consecuencia de la prematuridad, parálisis cerebral, malnutrición, infecciones, consumo de alcohol o drogas en el embarazo… aunque en ocasiones no se detecta la causa. Hay que destacar que el 80% de las hipotonías son benignas y evolucionan de forma favorable durante la infancia.
Síntomas de la hipotonía
Los principales síntomas que pueden alertar de una hipotonía en bebés, a medida que van creciendo, son:
- Dificultades de succión, de enganche al pecho, al tragar o masticar.
- Les cuesta más de lo habitual sostener la cabeza.
- Les cuesta voltearse cuando están boca abajo.
- Dificultades para mantenerse sentados sin ayuda.
- Adquieren los hitos de desarrollo algo más tarde que el resto de los niños: gatear, caminar.
Tratamiento para los niños con hipotonía
El tratamiento suele ser multidisciplinar. En función del grado de afectación pueden intervenir, además del pediatra, el neurólogo y los profesionales de Atención temprana. El fisioterapeuta trabajará para perfeccionar el tono muscular, prevenir contracciones, mejorar la postura, y la coordinación; con el objetivo de mejorar la estabilidad y apoyo del niño.
Es muy importante que los padres se impliquen y trabajen con los niños en casa, ya que el éxito y la rapidez de la mejoría depende de que se realice terapia diaria, repetitiva y constante. Existen muchos ejercicios que se pueden realizar en casa con los niños, que serán indicados por el profesional que corresponda para reforzar el trabajo que se realice en las sesiones.